CLUB MISERIA
Curated by Tolo Cañellas
Casal Solleric
Palma de Mallorca, Spain
2019
Una tarde me encuentro con Bel Fullana por la calle y me comenta que está dándole vueltas a la exposición que tiene que llevar a cabo en el Casal Solleric, como parte del Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals que ganó en 2017, pero que no acaba de verlo claro, no sólo el proyecto en sí, sino también la realización del mismo. Esporádicamente me mandaba algún mensaje catastrofista por whatsapp, en plan “los árboles no me dejan ver el bosque”. Así pasó el tiempo hasta que en octubre de 2018, durante un viaje a Londres nos topamos visitando una exposición en las inmediaciones de Camdem Town. Tras comentarla, le propuse ir a tomar algo por la zona, mientras caminábamos, pasamos por delante de la tienda de ropa y accesorios Cyberdog, templo de ravers y clubbers, fundada en 1994, la artista, al ver su entrada, presidida por dos robots gigantes no pudo resistirse a entrar. Al cruzar esa puerta te sumerges en una suerte de discoteca convertida en tienda o viceversa. La artista se quedó en shock, completamente fascinada, paseando (y comprando) por sus diferentes plantas y secciones durante más de una hora. Al salir, con un buen subidón de adrenalina, Fullana tuvo claro cuál era la dirección que quería que tomara su exposición en el Casal Solleric. Al regresar me llamó por teléfono para proponerme que la ayudara a llevar a cabo el proyecto. Acepté.
Empezamos a trabajar y elegimos el Espai Dipòsit, por la naturaleza del proyecto y por su componente subterráneo/underground. Fullana, en esta ocasión, quiere huir de lo pictórico, rebelándose contra ella misma y decide recrear, a su manera, un club, inspirándose en su visita a Cyberdog. El resultado es CLUB MISERIA, un lugar sintético y disfuncional, la esencia de la propia personalidad de la artista, donde recrea un ambiente festivo y oscuro a la vez, en el que predomina un cromatismo que hace referencia directa a la bebida energética Monster y todo lo que eso conlleva: aceleracionismo en estado puro. El verde y el negro sobrevuelan y son protagonistas explícitos otorgándole también un halo de podredumbre. Así pues, abriendo el recorrido de la muestra, y tomando como referencia la práctica de artistas como Jeremy Deller o Mark Titchner, cambia la pintura por el collage digital, componiendo una serie de pósters de (supuestos) eventos pasados, acontecidos en la sala junto al de la última fiesta de cierre del local (Club Miseria. The closing party), que se lleva a cabo el mismo día de la inauguración. Al adentrarnos en el espacio, un neón verde con el nombre del club, al más puro estilo postminimal, nos recibe y ya percibimos, incluso antes, el rumor lejano de un paisaje sonoro. Cruzamos el umbral atravesando una cortina de aluminio verde, desplazada de su eje, para encontrarnos una tarima iluminada puntualmente, la cual será activada tan sólo el día de la inauguración (21/09/19) con una performance, referencia directa a las “esculturas vivientes” popularizadas por el dúo británico de artistas Gilbert & George, con dos performers que ejercerán de anti gogós. Posteriormente quedarán los vestigios de la intervención. Los aseos de este recinto se sitúan de forma visible para todo el público, con una composición escultórica de varios urinarios no practicables (¡sí, por supuesto, Duchamp y su archiconocido ready made también están presentes!). Las paredes están cubiertas por un mural iniciado por la artista y que deberá terminar el público, sobre todo el día de la inauguración, aunque durante todo el tiempo expositivo pueden ser intervenidas. La pieza sonora ideada por Fullana y ejecutada por el también artista Pedro Trotz, cada vez tiene más presencia, a medida que nos acercamos al fondo de la sala, así como unos visuales realizados por el artista 3D Joan Lluís Oliver.
Bailarinas digitales, el “Dancing baby” (considerado el primer vídeo viral de Internet en 1996), aliens, delfines, smilies y masas de gente bailando en raves, entre otras imágenes encontradas en la red, conforman el grueso de los visuales, habituales de cualquier antro que se jactara de estar a la última con un reputado VJ a los mandos. Canciones noventeras y de los primeros dos mil: The Prodigy, Aphex Twin, Miss Kittin y Zombie Nation junto a creaciones del propio Trotz conforman esta pieza sonora fundamental en la exhibición, presente de principio a fin, concluyendo en la última sala con un sistema de sonido escultórico.
Como parte adicional a la exposición se han creado diferentes canales de difusión que funcionan a modo de off site (físco y virtual). Por una parte un cartel publicitario adherido a la parte trasera de un autobús de la línea 15, cuyo recorrido va desde la Plaza de la Reina hasta la zona de El Arenal, pasando de la milla de oro de la ciudad a una de las zonas turísticas low cost de la misma, que funciona a modo de obra promocional del club/exposición. Por otra parte Fullana ha abierto una cuenta de Instagram: @clubmiseria. Donde va mostrando píldoras informativas sobre su proyecto, en el que el público puede interactuar etiquetando con el hashtag #clubmiseria cualquier publicación que crea conveniente.
Finalmente, de forma paralela, el día de la inauguración, también se celebra
Club Miseria: The closing party, que se articula como una extensión site specific del proyecto Club Miseria, concebido expresamente para la Nit de l ́Art 2019, que se llevará a cabo en el patio de Can Balaguer. Se trata de un (supuesto) fin de fiesta del club, que como si de uno real se tratara, traslada su fiesta de cierre a un local más amplio. En este caso, y siguiendo con la disfuncionalidad, la propuesta consiste en varias performances que conforman una mayor: por un lado el artista sonoro Pedro Trotz plantea su obra Estudios sobre Curvas Lissajous, una pieza con sonidos modulares, humo escénico y escultura láser. Por otra parte el artista y performer Saúl Sellés ejecutará Cazador, una performance basada en su anterior obra El Luchador. En esta ocasión el artista nos trae un espectáculo de seducción, en el cual someterá su cuerpo a una sesión de pole dance y ofrecerá lap dance (bailes privados) en el boudoir de Can Balaguer al público asistente que se atreva. La obra del artista se desenvuelve a través de la performance como hilo conductor para reflexionar en torno a la competición, el deseo, la exhibición y la identidad del artista. Finalmente, Bel Fullana, germen de todo el proyecto, tendrá su propio espacio, íntimo, dentro del recinto, donde a modo también performativo y como acto de generosidad y gratitud por todos los supuestos años que la clientela ha acudido a su club, realizará dibujos sobre la piel (brazos, manos…) a quien así lo desee.
Tolo Cañellas